Parar o parar

«Quieres irte del país por una supuesta desgracia que piensas que va a pasar…», dice mi madre, pero lo dice porque puede estar sufriendo de lo mismo que sufren casi todos los colombianos: falta de memoria.

Millones de colombianos olvidan que no estamos hablando de profecías sino de hechos concretos. Colombia, desde sus inicios (como los de cualquier otra república) ha padecido la ineptitud, la maldad, la corrupción y la crueldad de líderes políticos insaciables de poder. El problema actual es que en este mundo globalizado, un país con una pésima posición en el juego del capitalismo puede hacer agua de formas espectaculares e impredecibles… y con una buena posición también, como ha pasado en Venezuela, uno de los mayores productores de petróleo que ahora exporta migrantes que caminan por toda Colombia limosneando una parte de nuestra miseria para ellos y sus hijos.

El país se encuentra en un estado crítico. Colombia, llamada a rehacerse para bien después de desarmar a las Farc, escogió por voto popular al presidente más incompetente del que se tenga memoria (incluso hace ver bien a Andrés Pastrana, el del despeje del Caguán). Iván Duque Márquez asumió la presidencia, el 7 de agosto de 2018, desde entonces el desempleo y la inflación han aumentado un punto porcentual y el dólar, que estaba a $2.898, hoy está a $3.385 (hace dos semanas estuvo a más de $3.450). Somos un país más pobre.

Pero como no todo es plata, hay que mencionar el asesinato de más de 200 líderes sociales (en algunos han estado involucrados miembros del Ejército Nacional); los desmanes del Escuadrón Móvil Antidisturbios, Esmad, son noticia después de cualquier movilización social; el surgimiento de grupos paramilitares y parapoliciales urbanos; y tampoco se ha tomado ninguna medida efectiva para hacer algo con el millón y medio de venezolanos migrantes que deberían estar ayudando a construir la paz y el progreso de Colombia (la poca integración hace que la mayoría de ellos terminen siendo abducidos por grupos ilegales y bandas delincuenciales, o que terminen vendiendo caramelos o sus cuerpos por la calle).

Y una más en el palmarés del gobierno nacional: la semana pasada, en el debate de moción de censura al entonces ministro de defensa, Guillermo Botero, la ciudadanía se enteró que en el bombardeo que se hizo sobre supuestos terroristas en el Caquetá, el 2 de septiembre de este año, murieron 7 menores de edad. Al día siguiente se contaba uno más para un total de 8. Hoy conocemos que pudieron ser 16 o hasta 18. Estos hechos concluyeron en la renuncia del citado ministro, que no se fue deshonrado sino casi aplaudido por su partido y el mismo presidente, incluso se hundió la moción de censura por la que fue citado al Congreso.

Ese es, por encima, un panorama de la Colombia actual, presidida por un incapaz, rodeado por un partido de gente peligrosa y sinvergüenza.

Los sindicatos, los estudiantes, y todos los que entendemos la realidad (no hay que ser un genio para entenderla) estamos llamando a un paro nacional el 21 de noviembre para inundar las calles y gritarle al poder. El presidente, su partido, sus seguidores ciegos y sus lacayos en los medios de comunicación intentan deslegitimar la protesta social (ya recurrieron incluso a la carta de la religión, luego irán por la del autoatentado). No obstante, la verdad es simple: si nos sigue gobernando un incompetente rodeado de incompetentes, Colombia, como estado social de derecho, estará condenada al fracaso.

El 21 de noviembre hay que parar o parar, de lo contrario no llegaremos a enero, porque la «supuesta desgracia que va a pasar», como diría mi madre, ya pasó y sigue pasando. El pueblo es el único que puede enderezar esto en lo que el mismo pueblo se metió. Invitados todos a marchar la marcha corta del 21 de noviembre, en paz, por supuesto, pero con firmeza.

Adenda: antes de destilar veneno o insultarme con términos que ni siquiera usted entiende, mejor pregúntele a cualquier migrante cómo funciona la marcha larga cuando fracasan los países.

#DuqueRenunie #ParoNacional21Nov

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