Bowie, por siempre Bowie

(11 de marzo de 2016) Hace muy poco le vimos en el video de Lazarus. Levantándose de la cama y caminando a ciegas. Bowie una vez más.

Un nuevo álbum, un nuevo sonido, un planteamiento estético completo en esa Blackstar en la que exorcizó todos los padecimientos del cáncer que le quitó la vida. Bowie, David Bowie, el de siempre porque ni siquiera parecía estar más viejo.

El artista más completo de los últimos tiempos, a mi parecer, importante aclaración porque la relación con la obra de David Bowie es así: íntima y exclusiva. En mi caso David Bowie me acompañó en esas noches, las más oscuras, en las que fumaba un cigarrillo a escondidas en el balcón del apartamento cuando todos dormían, esperando algo o a alguien, dejando fluir el llanto mientras el humo despegaba junto al Mayor Tom en el punto álgido de Space Oddity

Blackstar, su último trabajo musical, alberga los sonidos y toda la poesía de su agonía. Desde el título nos advierte el final, su última propuesta artística: una estrella negra, la transición entre el colapso de una estrella y una singularidad. Perdimos a Bowie aunque no del todo, basta con manipular el espacio-tiempo de la forma adecuada para reencontrarlo. Y eso es en sí la música, desde la nota inicial que dio origen al universo hasta hoy. Bowie hasta el final.

«Soy feliz, espero que tú lo seas también» (Ashes to ashes)

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